Los productos perecederos introducen mayores complejidades en la logística y en las tareas de manutención, puesto que el orden en el que se almacenan y se despachan es crucial. Además de una optimización adecuada del almacén y la utilización de estanterías metálicas específicas como la paletización dinámica, con un flujo FIFO, la trazabilidad a lo largo de toda la cadena de suministro puede evitar grandes pérdidas económicas por productos caducados o deteriorados.
RFID pasivo, el RFID que todos conocemos
El nombre RFID, siglas en inglés de Radio Frequency IDentification, es un sistema que consiste en unas etiquetas que pueden pegarse a cualquier producto. Cada etiqueta RFID incluye un pequeño chip que proporciona información sobre el producto a través de radiofrecuencia, y lo identifica así de forma única.
El RFID más común es el RFID pasivo, y que es el que todos hemos visto cuando hemos comprado en tiendas, desde libros hasta ultramarinos.
Las etiquetas de RFID pasivo no necesitan batería. Cuando un lector RFID emite una onda de radiofrecuencia para leer la etiqueta, la propia energía de la onda es suficiente para alimentar el chip de la etiqueta. Esto hace que las etiquetas pasivas sean muy baratas, aunque limita su cobertura a un radio máximo en torno a los 2 ó 3 metros.
Un paso más allá, el RFID activo y semipasivo
El RFID pasivo tiene muchas ventajas, principalmente su coste y que las etiquetas no requieren batería, pero también tiene importantes limitaciones.
Las etiquetas de RFID semipasivo sí incluyen una batería, aunque para la comunicación por radiofrecuencia siguen recurriendo a la energía de la onda del lector, como en el RFID pasivo.
En el caso del RFID activo, las etiquetas son totalmente autónomas en cuanto a su alimentación, puesto que su batería también se encarga de alimentar la comunicación por radiofrecuencia.
El RFID activo es el más versátil. Gracias a la alimentación autónoma de las etiquetas, puede extender su alcance incluso hasta los 100 metros. Una etiqueta RFID activa puede además iniciar una comunicación por sí misma, e incluso comunicarse con otras etiquetas directamente sin necesidad de un lector. Si a esto añadimos que se pueden integrar sensores de temperatura y humedad, el RFID activo se convierte en un sistema que no sólo identifica los productos, sino que además puede monitorear constantemente las condiciones de los mismos, y comunicar dicha información sin tener que desembalarlos.
En el caso de artículos perecederos el RFID activo puede comprobar si se producen cambios de temperatura y de humedad que puedan ser perjudiciales, tanto durante su estancia en las estanterías metálicas de los almacenes como durante su transporte. Esto es especialmente importante para la logística de frío, y particularmente para sectores como el de la alimentación, el sanitario y el farmacéutico.
FIFO y FEFO
Mediante etiquetas RFID activas, un almacén puede conocer de forma ágil tanto la fecha de caducidad de cada producto como las condiciones por las que ha pasado durante su manipulación. De esta forma, además de usar estanterías metálicas FIFO (First In, First Out), en el que el primer producto que se almacena será el primero que se despache, se puede optimizar el stockage teniendo en cuenta qué producto caducará primero, aunque no necesariamente haya llegado antes al almacén. Lo que se conoce como FEFO (First Expire, First Out).
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